Sine Die

Os tribunais ingleses parecem apostados em desiludir os numerosos admiradores que têm em Portugal.
Na verdade, o caso Vale Azevedo não tem fim à vista. Há mais de um ano que foi remetido pelo tribunal português ao tribunal inglês competente um Mandado de Detenção Europeu referente àquele arguido e ainda não foi proferida decisão final.
Para quem não saiba, o MDE é um procedimento expedito,com prazos muito apertados, que funciona directamente entre tribunais dos países membros da UE, sem intermediação do poder executivo, e que assenta, ao contrário da extradição, no princípio da confiança e do reconhecimento mútuo entre estados das respectivas jurisdições.
É estranho, e aparentemente inexplicável, este sucessivo adiamento da decisão.
Pelo menos, se fosse ao contrário (se o "atraso" fosse dos tribunais portugueses), grande alarido se teria levantado. Assim, aguarda-se pacientemente...

La Junta Directiva Nacional de la Asociación de Jueces por la Democracia (AJD),
ante la grave crisis política sobrevenida como consecuencia del golpe de estado del 28 de junio del año en curso, se pronuncia ante los jueces y magistrados y la sociedad en general en los términos siguientes:
PRIMERO: Después de 30 días de haberse producido el golpe de Estado, vemos con
profunda preocupación la situación de ilegalidad y de resquebrajamiento de todas las
instituciones que con muchas debilidades sostenían precariamente nuestros esfuerzos
por fortalecer el Estado de Derecho. Esta situación nos exhibe hoy ante el mundo como
el único país de la comunidad internacional que atenta contra la democracia haciendo
resurgir la amenaza de los golpes de Estado.
SEGUNDO: Resulta inaudito que, ante la condena de organismos internacionales como
la Organización de Naciones Unidas (ONU) y la Organización de Estados Americanos
(OEA), los cuales han exigido en sus resoluciones el restablecimiento del orden
constitucional en nuestro país, el gobierno de facto se resista de forma irracional e ilegal a cumplir con estas resoluciones, y por el contrario haga esfuerzos desesperados e inútiles por legitimarse en el poder. Al tiempo que realizan todo tipo de maniobras por dilatar y entorpecer el proceso de dialogo desarrollado en Costa Rica, con la mediación del Presidente Oscar Arias, en particular, resulta inaceptable la manifiesta falta de voluntad para cumplir con lo establecido en el Acuerdo de San José, esgrimiendo argumentos que jurídicamente son incongruentes respecto a la negativa de la clase política para la legítima restitución de Manuel Zelaya Rosales, como presidente Constitucional de la República, pues a todas luces no hay sustento jurídicoconstitucional para sostener que lo que se ha producido es una sucesión constitucional, por el contrario, para los organismos internacionales, a los que se han sumado la Unión Europea, El Movimiento de los Países No Alineados y mas recientemente El Grupo de Río, lo que aconteció en Honduras es un rompimiento del orden constitucional, lo cual es atribuible a los responsables el golpe de Estado del 28 de junio.
TERCERO: Las graves violaciones a los derechos fundamentales denunciadas por
organizaciones no gubernamentales de derechos humanos nacionales (CIPRODEH,
COFADEH, CPTRT, CODEH) y las misiones internacionales de las organizaciones
guatemaltecas de derechos humanos, y la Misión Internacional de Derechos Humanos
compuesta por profesionales independientes de América Latina y de España, Bélgica,
Austria y Suecia, han constatado y expresado en sus informes que en Honduras, como
consecuencia del golpe de Estado, se han producido centenares de detenciones
ilegales, la muerte de al menos cuatro ciudadanos hondureños, y la restricción reiterada de los derechos a la libertad de locomoción, de reunión y de asociación mediante los toques de queda, que en la zona oriental fronteriza con Nicaragua se han excedido por mas de setenta y dos horas continuas, y la situación de cerco y de intimidación a los miles de compatriotas que se movilizan en estos días en apoyo a las acciones de resistencia pacifica, así como la violación constante a la libertad de expresión y al derecho de Información de la ciudadanía. Los anteriores son hechos bastantes y suficientes para constatar el carácter represivo de quienes hoy usurpan el poder del Estado, y las consecuencias que ha tenido que pagar el pueblo hondureño por resistir con valentía y exigir el restablecimiento del orden constitucional.
CUARTO: Ante una situación como la descrita, y en la que las instituciones han sido
instrumentalizadas en contra de los fundamentos esenciales del Estado de Derecho,
sin duda que al Poder Judicial le está encomendado como parte de su misión, actuar de
manera independiente, y en el marco de la separación de poderes, sustentar una
posición a favor del restablecimiento del orden constitucional, replanteándose de esta forma las posiciones sostenidas en días recientes. En este plano, la Corte Suprema de Justicia, puede actuar en una doble perspectiva: por un lado, manifestando su apoyo al Acuerdo de San José en todos sus puntos, y por otro, dando curso o sustanciación a todas las acciones de amparo y de inconstitucionalidad que han presentado varias organizaciones y ciudadanos(as), en procura de que el Poder Judicial al resolver estos recursos pudiera jurisdiccionalmente hacer un control efectivo de las violaciones a la Constitución y con ello restablecer la situación de ilegalidad en que actualmente nos encontramos.
QUINTO: No obstante, este colapso de la institucionalidad democrática, seguramente
será revertido por la ciudadanía que se ha movilizado en resistencia, sin embargo, de
cara al juicio de la historia, nuestro colectivo de jueces y juezas, reitera que espera del Poder Judicial, y en particular de la Corte Suprema de Justicia, que cumpla con la función de garantía de los derechos fundamentales y de límite de los otros poderes del Estado, realizando un ejercicio jurisdiccional que permita junto a otros actores el retorno del orden constitucional en aras de la salvaguarda de nuestro menguado Estado de Derecho.

San Pedro Sula, 28 de julio de 2009

JUNTA DIRECTIVA NACIONAL
ASOCIACIÓN DE JUECES POR LA DEMOCRACIA

O presidente da Sociedade Portuguesa de Oftalmologia, que colabora com a equipe de médicos que se debruça sobre o estranho caso da cegueira ocorrido no Hospital de Santa Maria, considerou fora de hipótese que o produto injectado nos pacientes – Avantin – profusamente usado noutras situações similares, tenha sido o responsável pelas consequências extremamente gravosas que acabaram por se produzir. Portanto, o caso só seria explicável por uma de duas hipóteses: a) – o produto contido no frasco não ser Avantin; b) o produto estar alterado, nomeadamente por corrupção com outra substância.
Ora, não é que, no dia seguinte, um misterioso indivíduo fez um telefonema anónimo para o Hospital, a denunciar que o produto tinha sido corrompido com uma substância tóxica?
O caso passa, assim, a ter enredo policial. É uma história de mistério; não um caso de negligência médica, nem de credibilidade do produto. Quem seria o autor de tal malfeitoria? Que lucros tiraria de tal acção? Com que fins macabros terá agido?
Para complicar o mistério, parece que não haverá grandes hipóteses de surpreender nas vítimas qualquer vestígio da substância injectada, dado que a cortisona que posteriormente lhes aplicaram pode ter absorvido todo o produto injectado. Também não haverá hipótese de examinar qualquer vestígio porventura existente nas embalagens usadas, porventura já dissipadas no lixo hospitalar.
Entretanto, a Direcção do hospital terá instituído um sistema de controle às famílias das vítimas, com o fim de evitar a entrada de jornalistas.
Temos, assim, um caso bicudo de resolver.
O Ministério Público resolveu abrir um inquérito criminal para apurar responsabilidades. Vamos a ver se encontrará a pista certa.

É proibido proibir
(Alberto João Jardim)

Conferi o balanço de «Maio de 68», à luz das críticas que lhe têm sido movidas e que recenseei a partir sobretudo da revista «Magazine Littéraire» de Maio de 2008, todo ela dedicada ao 40.º aniversário do movimento.
« Maio de 68» tem sido criticado á direita e à esquerda. As criticas à direita que têm feito carreira nos tempos presentes, a começar pelo presidente Nicolas Sarcozy e pelo seu conselheiro Henri Guaino) salientam, como derivando do movimento de «Maio de 68», a crise de valores, o relativismo intelectual e moral, a equivalência entre o bem e o mal, o verdadeiro e o falso, o belo e o feio, o regresso das tribos, dos bandos e das feudalidades, a crise da escola, o descalabro da família, o enfraquecimento do Estado, a pulverização da coesão social, a desorganização do trabalho, a dissolução dos costumes, a subversão das hierarquias e a crise do princípio de autoridade, a emergência de uma geração de privilegiados, que conquistou os melhores abonos de família do século passado e as melhores reformas do século presente (privilégios sacados à custa das gerações futuras), o Estado-Providência como aquela entidade capaz de responder à reivindicação ilimitada traduzida na palavra de ordem «Pedi o impossível» (Pascal Bruckner: «O que é que, nas nossas sociedades, está em condições de nos prometer o impossível senão o Estado-Providência?»). Este mesmo autor, de resto a muitos títulos interessante, põe em relevo o individualismo desmedido da geração de «Maio de 68», imputando-lhe a criação desse «monstro moderno, o hedonismo puritano», a promoção do casamento do sonho libertário com o sonho publicitário, traduzido na libertação de todas as pulsões, aliada à profusão de mercadorias, a exaltação da juventude como um fim em si, responsabilizando essa geração por «fazer da imaturidade um valor canónico e por não ter querido transmitir aos seus filhos senão a recusa da autoridade, assimilada à arbitrariedade.
À esquerda, a geração de «Maio de 68» é principalmente acusada de ter favorecido a explosão do capitalismo neo-liberal e de ter criado uma «metafísica do desejo e da felicidade», que conduziu à sociedade do consumo.
Percebem-se, através destas acusações, muitas das reacções actuais que atravessam as nossas sociedades e que identificam atitudes de muitos dos responsáveis políticos, da esquerda à direita Refiro-me, sobretudo, a uma certa política de recuperação de muitos valores tradicionais, como a autoridade e a hierarquia, a luta contra direitos económicos e sociais, crismados de «privilégios», o recuo do Estado-Providência, o endurecimento nas relações de trabalho, a degradação das condições em que este é exercido. Isto, a par de certas políticas ditas «fracturantes» que descendem de «Maio de 68» e que constituem, ao nível dos costumes, a principal marca de esquerda de uma certa esquerda instalada no poder.
Não sou apologista da geração de «Maio de 68»; concordo com muitas críticas que lhe são feitas (com outras, não). O que me questiono é sobre o destino de muitos indivíduos que contestaram radicalmente todos os fundamentos da chamada «civilização burguesa», desde a «miséria da vida sexual» à «miséria do poder». E, quanto a Jardim, que se identificará (não é preciso especular muito sobre isso) com os mais duros críticos, à direita, do espírito de «Maio de 68», achei piada a ele ter evocado, com uma certa «inocência» anacrónica, o slogan «é proibido proibir». Estou-lhe grato por me ter estimulado a esta revisitação, aproveitando o lazer do fim-de-semana, enquanto ele esganiçava a voz no Chão da Lagoa e alguém acertava mortalmente num «zeppelim» do PND (Partido da Nova Democracia), que sobrevoava a zona.

Ora aqui está, sobre um tema invulgar e interessante, um acórdão que decerto merecerá comentários doutrinais sortidos e instrutivos.

Alberto João Jardim tem algumas contradições engraçadas. Por exemplo, disse que se a Constituição proibia as organizações fascistas, e muito bem, então também o Partido Comunista tinha de ser proibido, porque o comunismo é o fascismo de esquerda. Ele não falou (pelo menos para quem o ouviu a debitar directamente para os microfones) em organizações que professem ideologia comunista; falou apenas no Partido Comunista, evidenciando, assim, uma pequena contradição selectiva, para além de ter operado a fusão entre fascismo e comunismo, metendo-os a ambos, por um golpe de prestidigitação, no mesmo saco ideológico.
Na mesma ocasião, referindo-se às alterações que pretende para o Estatuto da Madeira - uma reivindicação já antiga que praticamente consgra a separação da ilha - afirmou que era «probido proibir», repescando essa consigna do libertário «Maio de 68». Deste modo, combinou superiormente o lema anarquista de tudo permitir com o ideal proibicionista da democracia limitada.
Há tempos atrás, aquando dos célebres «chifres» que o ex-ministro da Economia, com os indicadores colados em riste de ambos os lados da testa apontados à bancada comunista, na Assembleia da República, Alberto João Jardim afirmou que no Parlamento Regional não se fazem coisas dessas e que tudo se processa de forma a não haver comportamentos radicais como esse que levou à demissão de Manuel Pinho.
Ora, esta também é uma afirmação que entra em contradição com algumas singularidades observadas no Parlamento madeirense e que, na boca de Jardim, faz sorrir pela graça que percute em quem o ouve, sempre desarmado perante o seu inesperado humor. Humor que resulta da sábia articulação da afirmação com a sua negação, do todo com a parte, da dualidade com a unidade e de outras coisas mais, intraduzíveis.

Enviado pelo Colega Carmona da Mota e extraído do «El País», tomo a liberdade de publicar, mesmo no original, este elucidativo trecho sobre a justiça nos Estados Unidos da América, amiúde tão referenciada entre nós por pessoas que penso não saberem nada do que estão a dizer.

(...)

Cada uno de los 50 Estados de la Unión tiene su propio sistema de designación de jueces.
Predomina la elección, aunque para los escalones superiores de la judicatura muchos Estados aplican sistemas parecidos al neoyorquino.
Así, California deja que el gobernador nombre a los jueces de su Tribunal Supremo, con un mandato de 12 años, pero permite al electorado echarlos a la calle si las sentencias disgustan, algo que votantes airados han hecho más de una vez con jueces vistos como demasiado blandos con la pena de muerte.
Otros Estados importantes, como Texas, aún atan más corto a sus jueces teóricamente supremos a quienes eligen directamente por sólo seis años.
No se asombren si luego los magistrados tejanos deciden más en función de sus probabilidades de reelección que en las de acierto sobre la interpretación razonada de la ley. De ello se trata.
Además de la preocupación constante por quedar bien con los electores, están las influencias: los grupos de intereses intentan lo que pueden y más por hacerse valer, por apoyar a tales o cuales candidatos, enviándoles señales sobre lo que se espera de ellos.

La más inequívoca es el dinero, la contribución a la campaña electoral del candidato.

Este año, el escándalo se ha encarnado en Brent Benjamin, un magistrado del Tribunal Supremo de Virginia Occidental, quien votó impávido a favor de la revocación de una sentencia que había condenado a Massey Energy, una empresa minera, a pagar una indemnización de 50 millones de dólares. Años antes, en 2004, una Massey ya envuelta en el pleito de marras había contribuido a la campaña de Benjamin con tres millones de dólares.

(...)

PABLO SALVADOR CODERCH, Gerontocracia judicial en Estados Unidos, El País, 9/7/2009

Andei à procura no CPP de uma disposição que permita aos arguidos incomodados com as alegações finais do MP ausentarem-se da audiência de julgamento.
Não encontrei. Alguém me pode ajudar?

«Ele não acredita propriamente na privatização (mas também não é contra ela…), apenas gosta de ricos. Ele fala em delegar poderes, mas como primeiro-ministro é manifestamente obcecado com o controlo. Ele é um populista que se esquiva ao contacto directo com os eleitores (veja-se o seu manifesto desagrado e embaraço quando confrontado com perguntas não programadas ou com desaprovação durante passeios cuidadosamente orquestrados (…). Blair transmite um ar de profunda convicção, mas ninguém sabe bem de quê.»
TONY JUDT, «O gnomo no jardim: Tony Blair e a «herança» da Grã-Bretanha» in, O Século XX esquecido, Edições 70, 2009.

O »debate» nacional sobre o caso Madoff resumiu-se a algumas comparações básicas, (sustentadas mais em séries de televisão do que no conhecimento das coisas), entre os sistemas judiciais nacional e norte-americano e o apelo provinciano ao princípio de que «o que é bom é o que vem de fora». Deixando de lado a grosseira e ignorante asserção – que curiosamente omite os resultados da justiça evidenciados, por exemplo, nos números que decorrem do sistema penitenciário dos dois países, ainda que vistos na proporção - as perplexidades advêm, no entanto, do facto de que alguns sectores que apregoam as vantagens do sistema penal norte-americano são os mesmos que, quando confrontados com o funcionamento do sistema de justiça penal português no âmbito da criminalidade económico-financeira, traduzida em acusações formuladas contra responsáveis de sistemas financeiros, venham imediatamente defender agressivas estratégias de defesa que estilhaçam jurídico-constitucionalmente o sistema de investigação a coberto de não se pretender um julgamento injusto.
Singularidades.

Com atraso, devido a circunstâncias técnicas do blogue, publico aqui o meu testemunho:

Em boa hora o Maia Costa publicou neste blogue o discurso do vice-presidente do Supremo Tribunal de Justiça, Henriques Gaspar (permitam-me, ao menos aqui, que não trate os meus colegas por V.ª Ex.ª, nem por Senhores Conselheiros), proferido no acto da sua posse.
Aguardei-o com expectativa e ouvi-o com toda a atenção. Do que ouvi, ficou-me a sensação do altíssimo nível e da densidade do texto, mais próprio para ser lido do que para ser ouvido, ainda por cima com o aguilhão do tempo a esporear o ritmo da leitura. Mas a audição foi já um prelúdio para a sua fruição e assimilação em silêncio e depois para a sua partilha. A publicação do discurso no blogue é já um acto de partilha, apelando a uma leitura elaborada pela comunidade de leitores, significando também que o blogue pode ser um lugar para a publicação de textos de qualidade e não só para a opinião e o comentário apressados, ligeiros, em cima do acontecimento e tendo como cânone fundamental a simplicidade da mensagem, quando não o simplismo mais redutor ou confrangedor. A isso acresce a necessidade de furar o bloqueio dos «media» tradicionais, que frequentemente ignoram o que exorbita do estereótipo ou o que sai das margens do anedótico, do sensacionalístico ou do «fait divers». Ainda mais quando se trata do «fenómeno judiciário», intencionalmente confinado à actuação das magistraturas e só constituindo matéria noticiável aquelas ocorrências que real ou ficiticiamente, ou deformadas por desfiguração propositada ou por simples ignorância, reconfirmem a imagem já adquirida de inépcia e de descalabro. É decepcionante ver que mesmo figuras com responsabilidade política, intelectual, social ou moral fazem afirmações na praça pública, a respeito do judiciário, assim redutoramente concebido, que tocam as raias da mais crassa ignorância.
Um dos primeiros méritos do discurso é rebelar-se contra esse clima, não de um ponto de vista corporativo, mas de uma forma informada, objectiva, culta, democrática e com enquadramento numa multifacetada visão dos problemas do nosso tempo. Só por si, o discurso é um acontecimento que enriquece o património da reflexão sobre o problema judiciário, representando o mais claro desmentido da «caquexia» em que muitos pretendem encerrar o nível mental dos actores judiciários, sobretudo se exercem funções no mais alto escalão (maxime, no Supremo Tribunal de Justiça), figurando entre esses certos meios de comunicação social especializados em espiolhar nas decisões judiciais manifestações de decadência e senilidade, pelo recurso a métodos de pouca ou nenhuma seriedade intelectual, quando não literalmente fraudulentos. Se não fosse essa ideia preconcebida ou o claro objectivo de ignorar o que, de notável e relevante, também se faz, não obstante os erros e as gafes que se cometem no dia-a-dia dos tribunais, como em qualquer outra actividade ou função, este discurso teria merecido o devido destaque nos «media». Mas ele destrói estereótipos, ideias-feitas, deturpações e simplismos prontos a servir e a comer, à semelhança de um fast food informativo muito em voga. E destrói-os com superior inteligência, numa articulação de razões e factos, de motivações e enquadramentos, de rigor e denúncia. É claro que a estruturação e a densidade de pensamento que daí resultam, bem como a contradição de uma certa ideia de «politicamente correcto» que vigora em matéria de justiça, constituem contra-indicações para uma comunicação social que ajudou a construir uma dada imagem do judiciário e que aposta em mensagens estereotipadas.
Para contrariar esta tendência, que atingiu «níveis e dimensão de ruptura» (há tempos, em editorial do «Expresso» chegou-se a afirmar que, já que a justiça não era capaz de se auto-regular, devia essa regulação ser imposta de fora pelo poder político, o que revela bem o nível de desaforo que se atingiu e a concepção que certos responsáveis da comunicação social têm do Estado de direito democrático) Henriques Gaspar propõe o reequilíbrio, nesta assimetria de intervenção, pelo exercício do contraditório, a insistência na «desconstrução de alguns mitos», de que o seu discurso representa, aliás, um bom paradigma, e adopção de «uma estratégia que permita inverter o desregramento da má informação e da opinião mal avisada, que são factores de descredibilização do sistema de justiça», advertindo contra o aparecimento de «um jacobinismo tardio e pós-moderno».
Mas não se fica por aí, por essa estratégia, digamos, de contra-ataque, insistindo na necessidade que as instituições de justiça devem sentir em ordem a «compreender e interpretar os sinais de desconfiança democrática, perceber e reverter os desvios de racionalidade e aprender as expectativas dos cidadãos», apostar na qualidade e no rigor de uma postura deontológica e de vida.
Em suma, este discurso não é uma mera peça de oratória. É um óptimo exercício de análise e lucidez e um acto que implica consequências. Depende da nossa vontade o assumi-las e realizá-las desde já.

O anticapitaista presidente da Venezuela, Hugo Chávez, apoiou o seu amigo Ahmadineijad e expressou-lhe a sua solidariedade, face ao «ataque imperial» de que o seu país tem sido vítima. Referiu-se ele à campanha de descrédito desencadeada por elementos estrangeiros contra o Irão e exigiu que cessassem de imediato as «manobras de intimidação e desestabilização» que lhe têm sido movidas «com a certeza de que o povo iraniano saberá solucionar os seus problemas internos.»
O proclamado presidente do Irão respondeu-lhe: «Não se preocupe, presidente, não se preocupe, que aqui nós saberemos ir em frente». E, de facto, tem-se visto a determinação com que as autoridades iranianas têm sabido resolver os seus problemas internos, disparando contra a multidão que se tem manifestado com risco de vida contra o que considera ter sido uma gigantesca burla eleitoral. Entretanto, o Conselho dos Guardiães da Revoçução já reconfirmou a vitória de Ahmidineijad.
Chávez, esse impagável humorista da revolução anti-imperialista mundial, pode respirar de alívio. Ele ainda há-de ter uma estátua naquela praça de Teerão onde mataram Neda, ao lado do Supremo Líder da Revolução Islâmica. Os dois ficarão a imortalizar o casamento feliz entre o marxismo chavesco (que me desculpem os seus fãs do «Le Monde Diplomatique») e o primeiro regime teocrático do mundo moderno.